Paso nº6 Mástil

Llevo tiempo sin escribir porque Julia y yo nos hemos dado un respiro. Nos hemos ido a visitar a mi familia Malagueña. No se si lo he mencionado anteriormente, pero soy de Málaga y aunque tengo mi núcleo familiar en la isla, el resto de mi familia (tíos, primos) residen en un pueblito de la costa del sol, llamado Estepona. Esta es la tercera vez que viajo con Julia para que tenga contacto con su familia extensa y con las raíces culturales de su madre. Para mí siempre es un placer visitar el sur de España, por su gente, por su comida y por sus paisajes. Mientras nosotras disfrutábamos de unas pequeñas vacaciones, Adrián permanecía en casa trabajando a su ritmo, sin interrupciones. Ahora es el turno del mástil. Antes de marcharnos fuimos testigo de toda la maniobra para sacar el palo y su traslado a casa.
El proceso fue el siguiente: El barco se encontraba en el puente de las bolas fondeado, desde allí la maniobra era complicada ya que la distancia hasta casa para trasladar el mástil era grande. No obstante se lo había planteado en un principio porque era la única opción posible para evitar acudir a varadero. El plan consistía, que una vez extraído y fuera, con ayuda de una grúa, trasladarlo a la playa enfrente de casa en el barco de un amigo. Sin embargo, no fue así como ocurrió, con tantas idas y venidas por el paseo en bicicleta, se le ocurrió un día parar y hablar en la escuela de vela que se encuentra en la playa del Cable, perteneciente al Cabildo de la isla, sobre la posibilidad de realizar la extracción del mástil en sus instalaciones. Esta escuela se encuentra más cerca, a unos 500 m. de casa. Para su sorpresa, la respuesta de los que trabajan allí fue: que podía hacer uso de sus instalaciones sin problemas. Esta respuesta facilitaba las cosas, Adrián traería el Voyage hasta su muelle, contrataría una grúa para sacarlo y dejaría el mástil allí hasta poder llevarlo a casa. Por parte de la Escuela de Vela todo fueron facilidades. No solo le dieron permiso para hacer uso del muelle, sino que no le pidieron nada a cambio e incluso se ofrecieron para ayudar en cualquier cosa que necesitase. Adrián trajo el Voyage en compañía de un amigo un día de mañana y ambos quedaron gratamente sorprendidos de la buena disposición de aquellos chicos. Los dos estuvieron contentos todo el día, con una sonrisa en los labios, parece mentira que algo tan intrínseco en el ser humano, como ayudar al prójimo desinteresadamente, cause en dos hombres el mismo efecto que para un niño haber encontrado un tesoro ¿Será porque en esta sociedad actual tan competitiva y basada en el consumo, hemos perdido la costumbre de compartir y ayudar a otros de forma altruista?
https://youtu.be/rHXcOARRJsg
Una vez sacado el mástil, Adrián y su amigo devolvieron el barco al puente de las bolas a motor y esa misma tarde con ayuda de otros dos amigos y dos bicicletas lo trasladaron hasta nuestro jardín.
mastil-velerovoyage-01 El siguiente paso era limpiar el mástil por dentro, estaba forrado de corcho blanco, el cual costó sacar porque el mástil tiene pocos agujeros por donde meter herramientas y romper la espuma. Fue una tarea lenta pero era necesaria para poder soldar luego. Julia y yo le ayudamos un poquito. Para ella era como un juego, meter unas pinzas y cazar trocitos de corcho que luego metía en un cubo. Asi fue como quedaba el trabajo del mástil cuando marchamos a Málaga. mastil-velerovoyage-02
Después de limpiar el palo por dentro y sacarle todos los accesorios, quedaba soldar. Al parecer para soldar este material, aluminio, se requiere un equipo especial y mucha destreza. Se informa entre sus camaradas y consigue un contacto. Antes de delegar el trabajo al soldador que le es recomendado quiere ver uno de sus trabajos realizados. Es así como conoce a un bombero que a pesar de haber contratado los servicios de dicho soldador cuenta con su propio equipo. Tiene un barco de aluminio y mucho que soldar y teniendo su propio material abarata costes. Es entonces cuando se le enciende la luz a Adrián y decide hacerlo él, animado por el dueño de la maquinaria quien le ofrece su uso. Desde este ofrecimiento Adrián se emociona con el nuevo reto, busca y estudia tutoriales en youtube. Cuando ha visto varios capítulos empieza a practicar en casa del bombero. Mientras ponía en practica lo aprendido toma la decisión, pensando siempre en el futuro cercano y en facilitarse las maniobras, de hacer una especie de escalinatas para subir al mástil. Hasta ahora las veces que ha tenido que subir lo ha hecho con ayuda de una silla y su fuerza bruta. Adrián ha aprovechado que se encontraba solo y podía adaptarse a los horarios de este chico, para desarrollar nuevas destrezas en jornadas intensivas y cuando no estaba en casa del bombero con la soldadura estaba en casa fabricando dichos escalones.
Le hace falta una semana para considerar que está preparado para soldar el mástil, se trae a casa el equipo y manos a la obra.
mastil-velerovoyage-03 Pero a esta altura del trabajo tenemos asumido y sobre todo él, que no todo es coser y cantar. Este tipo de soldaduras requiere mucha limpieza y trabajar al aire libre tiene sus dificultades, ya que el viento por muy suave que sea hace que el gas que se emplea se volatilice. Así que de nuevo a buscar soluciones. Recurre nuevamente a las queridas cajas de cartón. Consigue dos de buen tamaño y se construye una caseta donde se mete él y el equipo. Otro inconveniente de trabajar fuera es el calor, a pesar de estar en noviembre, en la isla disfrutamos de un tiempo veraniego y la caja se convierte en una sauna. Así que siempre adaptándose a las circunstancias. mastil-velerovoyage-04
Cuando hemos vuelto de nuestro viaje lo hemos encontrado así, dentro de una casita de cartón. Al verlo Julia también ha querido hacerse una para ella.
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Estima que en una semana más habrá finalizado el trabajo de soldar, pero no con el mástil. Queda pendiente volver a forrarlo por dentro con alguna espuma y pintarlo. Ya contaré el final porque además significará que el barco está listo.

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