Afines a nuestra manera de vivir

Afines a nuestra manera de vivir

Todo este tiempo (desde su nacimiento), Julia ha estado siempre acompañada por su madre o por su padre y en ocasiones puntuales por su abuela o tíos.

Si algo hemos tenido claro Adrián y yo es que no íbamos a recurrir a las Guarderías. Cuando yo me incorporé al trabajo era papa quien se quedaba en casa y cuando yo regresaba a ella, Adrián aprovechaba para trabajar (arreglando coches). Esto ha sido posible porque ambos creemos que el tiempo es más valioso que el dinero. Echamos por tierra la falsa creencia de que un hijo requiere un gran bolsillo. Nosotros desde que somos padre hemos reducido los ingresos pero disponemos de mucho tiempo para acompañar a nuestra hija. Está claro que reduciendo entradas prescindes de muchas cosas que a nuestro parecer son innecesarias cuna, carros, algunos juguetes, la ropa que usa es de segunda mano...

Hasta los tres años todo ha sido muy fácil, porque además de contar el uno con el otro hemos tenido la gran suerte de compartir con un grupo de familias, afines a nuestra manera de vivir la crianza, todas las etapas desde el embarazo hasta los tres años. Tanto compartir nos convirtió en una tribu con todo lo que esta palabra conlleva. Hemos sido participe de unos años de entrega, disfrutando juntos con cada etapa; la lactancia, el colecho, la introducción a los alimentos, el destete... con respeto hacia nuestros hijos, sin miedo a compartir nuestras emociones en cada momento.

No solo los adultos, las niñas a medida que han ido creciendo han ido reconociendo la amistad que existe entre ellas. Con sus diferencias personales saben, sienten que algo las une. Es hermoso verlas juntas.

Pero al cumplir tres años de edad, como por obra de algún hechizo, hemos vivido algunas transformaciones en nuestra tribu. Algunas familias decidieron escolarizar a sus hijas, otras se han marchado de la isla, otras han ampliado la familia y nosotros hemos iniciado el cambio (prepararnos para nuestro viaje). A pesar de que el grupo se está modificando, estos años tan mágicos quedarán para siempre como un capítulo inolvidable dentro de nuestras historias de vida.

Por este periodo yo ya había dejado el trabajo y habíamos decidido viajar a la Graciosa para varar el barco (Junio 2014). Julia vive nuevas experiencias en esta islita, viviendo en el barco de forma permanente. La Graciosa es un lugar visitado por gente de todo tipo, por lo que además de las nuevas vivencias tenemos la oportunidad de seguir relacionándonos con familias muy interesantes.

En Abril de este año (2015) regresamos a Lanzarote y es entonces cuando nos planteamos que las necesidades de Julia  no la podamos cubrir solo en casa. En este momento decidimos visitar un proyecto de Escuela Libre que está empezando a caminar en la isla. No se si es suerte o coincidencia pero nunca antes ha existido un proyecto de esta índole tan en sintonía con nuestra manera de pensar. Aplaudo a estos padres que se han unido, porque no están de acuerdo con nuestro actual sistema educativo que globaliza las mentes de nuestros hijos, buscando caminos nuevos. Y por eso nos unimos a ellos.

Julia empieza en Mayo, no lleva mucho pero desde el primer día se suelta de mi mano y se sumerge en esa atmósfera de paz y respeto que impera en el espacio. Hasta yo quiero quedarme. Es un lugar donde estoy experimentando la verdadera observación. Me resulta fácil no intervenir y pasar a un segundo plano, estando pero no dirigiendo, dejando hacer. Y de nuevo aprendo de estos pequeños maestros, ellos saben resolver cualquier obstáculo sin necesidad de un adulto. Y cuando requieren ayuda no dudan en pedirla. El tiempo que estemos por aquí, Julia seguirá acudiendo si ella lo desea y yo seguiré observándolos y aprendiendo con la mera intención de seguir acompañando a mi hija en su proceso de crecimiento con menos directividad.

De momento me quedo con el hecho de que acudir a la “Escuelita” es cada día un motivo de felicidad.