Parada sorpresa

Antes de marcharse, Adrián me dejó claro que no esperara llamadas hasta que llegasen al destino final. Y así preparé mi corazón, a no estar pendiente de él. No había planes, ni tenían previsto hacer una parada en Cabo Verde. Sí contemplaban la opción de fondear una noche en una de sus islas para descansar a pata suelta y continuar enseguida el viaje, sin tener que pisar tierra. Eso es lo que pensaban hacer, es lo que me transmitió. No se si por las ganas de no retrasar la llegada al Caribe o por no saber lo que sentirían al vivir aquella primera experiencia como navegantes ni la meteorología que iban a tener.
Si ese era su plan yo solo tenía que adaptarme a él e intentar seguir con mi vida hasta el día que llegase a Tobago. No obstante, necesitaba tener una fecha como horizonte para poder hacerme a la idea de que hasta ese día era normal no tener noticias. Calcular los días exactos que tardarían sin parada o con parada es imposible porque influyen muchos factores (vientos, barco, carga , rumbo...) pero si es posible sacar un promedio teniendo en cuenta la experiencia de otras embarcaciones. Yo me dije a mi misma que en 30 días más o menos podría saber algo de ellos, es decir que a partir del 10 de marzo era factible recibir alguna llamada desde el Caribe. Así es como me preparé y mentalicé, íbamos a estar incomunicados y tenía que confiar en que todo iba a salir bien.
Los primeros días, después de la partida de papa, no hubo grandes manifestaciones de cambio en nosotras, supongo que era necesario seguir con nuestra vida cotidiana y hacernos a la idea de que él no estaba. No era la primera vez que estábamos separados, pero sí la primera vez que no íbamos a tener la posibilidad de hablar a través de ningún medio durante tanto tiempo.
Con Julia en casa es fácil tener el tiempo ocupado. Yo he tenido que rellenar los huecos presenciales y esenciales que ha dejado su padre y aunque he conseguido no romper con su rutina y sus costumbres (escuelita, paseos, baño nocturno, cuento antes de dormir....) algo si que ha cambiado y no sólo es que Julia verbalice que echa de menos a su padre, sino que el cambio se ha producido en nuestro interior y es difícil que una niña pueda expresar todas sus emociones. Yo llevo manifestando cambios de humor y una ensalada de emociones desde hace ya muchos meses. Pero Julia no ha mostrado hasta ahora ningún indicio de ser consciente del cambio que se avecina. De hecho en las conversaciones que he mantenido con las acompañantes de Julia sobre todo durante el último mes de preparaciones, interesada en conocer si en la escuelita sacaba de alguna forma lo que vivíamos en casa, me han transmitido asombradas que Julia no ha manifestado comportamiento inusual a pesar de los muchos cambios. Sin embargo, la partida de su padre si ha tenido efecto y evidente, Julia necesita más de mi presencia, no quiere separarse de mi en ningún momento. Es comprensible este comportamiento si a ello le añadimos que desde la partida de Adrián yo he dejado de producir leche por lo que la lactancia ha llegado a su fin. Casualidad o no es lo que estamos viviendo, Julia se ha tenido que despedir de dos grandes amores, uno temporal y otro definitivo.
Por mi parte yo también ando revuelta y he tenido días en los que he necesitado tener momentos de soledad, momentos de desahogo, sin la presencia de mi hija, esto me ha impedido acompañarla de forma respetuosa. Estoy intentado encajar todas las emociones porque es lo que me toca vivir en estos momentos de tránsito. Intento que no se me nuble la razón e intento mantener una actitud de apertura, sé que tengo que estar atenta a nuestras necesidades, las de mi hija y las mías. Pero soy consciente de que tenemos que disfrutar el tiempo que nos queda en esta isla que ha sido y será nuestra casa, sin tanta ansiedad.
Cuando estos sentimientos se están manifestando en nosotras, el día 19 de febrero sobre las 19 de la tarde recibo un mensaje de un teléfono desconocido, diciéndome que son Egoi y Rasa, que están en Cabo Verde tomando un te con Adrián, mi corazón dio un brinco y las lágrimas asomaron a mis ojos, embargándome la emoción. Enseguida llamé a Julia y mantuvimos una pequeña conversación en la que nos dejó claro que estaban bien y que permanecerían en la isla Sal, al menos una semana.
paradasorpresa-velerovoyage-01 Desde esa llamada cada día he estado pendiente de que se vuelva a repetir. Para la segunda tuve que esperar tres días. Ellos llegaron un viernes y no fue hasta el lunes que pudieron comprar una tarjeta que le diese acceso a internet. Tendríamos la oportunidad de hablar todos los días mientras permaneciesen allí. Lo que nos cuenta es que fue una gran sorpresa para ellos encontrarse, al llegar a la isla con esa pareja de amigos, que habíamos conocido cuando estuvimos en la Graciosa. Un acogedor recibimiento después de 9 días de dura travesía. Por lo visto de los 9 días, durante 7 les azotó fuertes vientos y grandes olas. El mal tiempo les obligó a estar permanentemente alerta, establecieron turnos de dos horas, lo justo para descansar un poco. Con el movimiento les era imposible cocinar, se alimentaban a base de fruta y frutos secos, nada de comida caliente. Mal alimentados y sin apenas descanso, tuvieron que hacer frente a un temporal que les impedían bajar la guardia. Así lo describen ellos, olas que les pasaban por encima, el barco que no dejaba de sacudirse provocando (a pesar de que todo estaba bien sujeto) que algunas cosas se desplazaran e incluso que algunos botes de conserva llegaran a romperse. Ante mi pregunta de si pasaron miedo, la respuesta fue que no pero sí mucha tensión. Llegaron muy cansados y mojados. De ahí la necesidad de parar. Además de descansar, tenían que reforzar velas, reparar piloto de viento y reordenar partes del barco. Al mismo tiempo que describían la gran odisea, reconocían el subidón de adrenalina que en todo momento les recorría todo el cuerpo haciéndoles sentir más vivos y despiertos que nunca. En ningún momento han perdido la confianza en ellos ni en el barco, el cual ha respondido bien. El balance después de todo es positivo. Durante su estancia en la isla Sal, no todo ha sido trabajar, han tenido momentos de relax y turismo. paradasorpresa-velerovoyage-02paradasorpresa-velerovoyage-03 Adrián me habla emocionado de sus impresiones. Destaca la hospitalidad, humildad y sencillez de sus lugareños. No es un lugar espectacular por sus paisajes pero si por su gente. Esto, unido al reencuentro con estos chicos que comparten esa pasión por el mar, ha convertido esta primera parte del viaje en una gran y emocionante experiencia. paradasorpresa-velerovoyage-04
Aún están en la isla pero tienen programado salir el martes 1 de marzo. Tengo un día más para escuchar su voz. Después volver a preparar mi cabeza y mi corazón para estar un tiempo sin saber nada de él. Ahora sí que nos despedimos hasta Tobago. !!Buena mar y buenos vientos!!!

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