Reencuentro en el Caribe

Ya han transcurrido tres semanas desde nuestra llegada al Caribe y considero que es hora de reiniciar esta segunda parte del blog que comprende la materialización de nuestro proyecto familiar.
En este tiempo han pasado muchas cosas , he sentido otras muchas y la verdad no se por donde empezar. Y no solo eso, sino que he de confesar que escribir en esta nueva situación nada tiene que ver con las condiciones que tenía en Lanzarote, donde lo hacía en casa siempre de mañana, aprovechando que Julia estaba en la escuelita. Aquí siempre hay algo que hacer, un lugar que visitar, un baño esperando para aliviar el calor, además no dispongo de internet con lo cual dependo siempre de encontrar una buena wifi, todo esto siempre en compañía de Julia y Adrián. No es una queja solo es un comentario para que los que me acompañáis en este viaje tengáis en cuenta que apenas dispondré de tiempo para revisar mis escritos. Dicho esto, creo que comenzaré con nuestra despedida en Lanzarote, la cual nada tuvo que ver con la que yo me había imaginado.
Además de los encuentros personales con mis amigos para decirnos adiós, habíamos organizado un viaje con la familia para visitar la isla vecina y poder disfrutar intensamente de la compañía, justo la semana antes del gran viaje.
La estancia en Tenerife fue muy agradable y todos nuestros objetivos se cumplieron, sin embargo el mismo día que regresábamos a Lanzarote mi sobrino empieza con fiebre, dos días después Julia y mi madre y yo me quedo totalmente afónica. Este panorama condiciona nuestra última semana en la isla, la cual pensaba disfrutar con más encuentros personales y con visitas a nuestros rincones favoritos.
En vez de estar celebrando nuestra marcha en la calle y en compañía de amigos, estábamos en casa resguardadas, yo atendiendo a Julia con fiebre alta, recogiendo y clasificando nuestros en enseres, los que se quedaban y los que formarían parte de nuestro equipaje.
Mi estado de ánimo decae y me inunda una enorme tristeza. Con el paso de los días aparece la preocupación, al pensar que Julia no está fuerte para afrontar un viaje tan largo. El viernes no espero más y acudo al médico para descartar que tenga alguna infección bacteriana (como mi sobrino). Por suerte se descarta, no es necesario que tome antibiótico. Esto supone un gran alivio. No obstante la tristeza decide permanecer un poco más en mi interior, mientras una voz en mi cabeza no deja de repetirme; “pronto todo acabará”. El último mes estaba resultando agotador, desapegarme de todo lo que había sido mi vida durante los 10 últimos años me tenía realmente fatigada.
Llega el domingo 3 de abril, día que volamos a Barcelona, donde pasaríamos la noche. Ese día Julia, aunque débil, se levanta sin fiebre, un respiro para disfrutar de la última mañana junto a la familia con un talante más relajado. Pasan las horas hasta el momento de irnos.
Desde hacía días veníamos preparándonos, no se por qué cuesta tanto decir adiós y aunque corrieron lagrimas, todos compartimos la idea de que es una suerte poder cumplir un sueño. Por supuesto volveremos a vernos, pero hasta entonces estaremos en contacto gracias a la tecnología.
Salimos de Barcelona el lunes 4 de abril a las 7:00 y aterrizamos en Tobago a las 24:00 horario europeo , siendo allí las 18:00. Después de superar la cola de inmigración y la aduana pudimos ver a Adrián que nos esperaba en primera fila. De la emoción nos olvidamos por un momento de nuestros malestares. Fue un bálsamo para mi espíritu volver a verle.
Tras unos minutos dedicados a este esperado y deseado reencuentro, saludo a Christophe que también se había acercado al aeropuerto y mi hermano que nos acompañaba y llegaba con nosotras, saluda a los dos. Ya estamos juntos y en el CARIBEEEE!!!!!!!!!!!!!!!!!
En Tobago existen tres opciones para desplazarse: las guaguas, los taxis con su cartel correspondiente o esperar parado en el arcén a que cualquier coche particular se ofrezca a realizar los servicios de un taxi. Finalmente, esta tercera fue nuestra opción y la que usa la mayoría de la población local.
tobago-velerovoyage-01 Cuando un Europeo piensa en el Caribe, siempre le viene a la cabeza la imagen de esas playas idílicas, tranquilas, de arena amarilla, aguas turquesas, llenas de cocoteros. Pues Mt. Irvine, aunque llegamos de noche era así. tobago-velerovoyage-05 Eramos muchos en el barco, 4 adultos y una niña, y si sumamos lo que ocupaban los bultos que cada uno había traído, poco espacio quedaba. Con lo cual, mientras nosotras nos adueñábamos de los sofás del salón, mi hermano y Christophe se hacían compañía en la bañera del barco y sino salían de excursión, aprovechando que era la semana de despedida de Chris y por parte de mi hermano, al no conocer Tobago, cualquier ocasión de salida era perfecta. Cuando Julia comenzó a encontrarse mejor, pudimos disfrutar de otras actividades que nos permitían sacar el jugo a tremendo lugar. tobago-velerovoyage-06
A pocos metros del barco teníamos unos fondos de corales. Aprovechamos para practicar snorkel en familia y fue una auténtica maravilla, nunca había visto tanta clases diferentes de peces. Incluso Julia a quien no le entusiasma demasiado sumerger la cabeza bajo del agua se animó y alucinó, se veía en la expresión de su cara. Cada día nos acercábamos a la orilla, sino de mañana, de tarde y Julia poco a poco se ha ido enganchando a estos baños, nunca es suficiente para ella, no siente frío, porque tanto el agua como el ambiente son cálidos, ideal para ella. Hasta ahora no había mostrado interés por aprender a nadar, pero en Tobago eso ha cambiado, está muy motivada con la natación. Y yo con los remos; hasta la fecha no habíamos tenido el bote operativo, así que nunca lo había practicado y es algo que me gusta. Además de hacer deporte, (que no me viene nada mal) es una necesidad, he de manejarme por mi misma para poder moverme libremente. Todavía necesito compañía para sentirme segura, sobre todo si hay viento u olas en la orilla, porque la salida a tierra se complica, pero confío que con el tiempo y la práctica consiga la confianza suficiente. tobago-velerovoyage-02 tobago-velerovoyage-08 tobago-velerovoyage-09 La playa aunque de postal, no es solitaria. Mt Irvine es frecuentada por gente local, que parece saber disfrutar de sus tesoros. Desde el barco se puede oir como disfrutan de baños desde horas tempranas (6:00) y hasta el anochecer puedes coincidir con alguien en el agua. Algo que he observado, después de varios días, es que muchos de los que se acercan a la playa son asiduos y suelen venir en compañía de amigos, familias, etc.. . Cuando se bañan, lo hacen en grupo, permaneciendo horas conversando en el agua. Terminada la charla, se acaba el baño y algunos incluso se marchan. tobago-velerovoyage-11 Otro de los atractivos de este lugar es que dispone de unas duchas publicas. Para la gente de barco, cada cierto tiempo disfrutar de una ducha de agua dulce puede ser un placer. Solo cuesta 1 dólar de aquí que equivalen a 12 céntimos de euro. A parte de las duchas, tienen un grifo fuera de las instalaciones para lavarse los pies pero nosotros aprovechamos siempre que bajamos a la playa para rellenar garrafas de agua , así siempre tenemos agua en el tanque. Si estuviese escribiendo Adrián, lo primero que hubiese mencionado sobre este lugar es la ola que se forma en esta bahía con bastante frecuencia. Cuando es pequeña la ola, es ideal para aquellos que quieren aprender a surfear, pero cuando está grande, Adrian comenta que es una de las mejores olas que ha surfeado y a tan solo unos metros del barco, todo un sueño para este surfero navegantel. Pero el sueño duró poco, después de un buen día de surf siente que una antigua lesión de rodilla le vuelve a molestar. Fuera del agua, hemos hecho excursiones varias, por los alrededores, buscando fruta de la foresta que bordea la carrera, visitado pueblos vecinos en busca de wifi y hasta hemos visitado la capital. tobago-velerovoyage-10 Tras las marcha de Christophe, planeamos hacer alguna navegación con mi hermano ante de que este nos deje. Dejamos unos días para que éste organizase su tour por el caribe. En esos días que duró las gestiones de su viaje, visitamos con nuestro bote a vela una playa vecina en la que en esta época del año desovan tortugas. No pudimos ver ninguna, creo que suelen salir de noche pero si pudimos ver sus huellas que marcaban el camino desde la orilla hasta donde imaginamos, dejaran los huevos. tobago-velerovoyage-14 tobago-velerovoyage-15 tobago-velerovoyage-17 Durante nuestra segunda semana, todo nos era ya muy familiar y estábamos muy a gusto, fue cuando empezamos a entablar mas conversaciones con el único velero vecino, en el que habitaba una pareja muy simpática, nos hicimos mutuamente invitaciones para un encuentro en nuestros respectivos barcos pero finalmente no se dio por nuestra salida. Ojala volvamos a coincidir y poder conocer un poco mas a esta linda pareja. De la gente de Tobago (en este tiempo que llevamos aquí) solo podemos decir que son muy simpáticos, agradables y muy alegres además de ser muy respetuoso con los que venimos de fuera. tobago-velerovoyage-04 Preparamos el barco para salir a navegar con mi hermano y no fue hasta el sábado que lo hicimos. Nuestra primera navegación después de mucho, nada que ver con las anteriores experiencias, mar tranquilo, una brisa… pero aún así he de reconocer que me sube la adrenalina. Navegamos durante un par de horas y fondeamos en una bahía , esta sí solitaria en la que solo se puede acceder por mar. tobago-velerovoyage-19 tobago-velerovoyage-21 Los chicos disfrutaron de un baño mientras yo cocinaba y tras un rico almuerzo en un entorno de ensueño, decimos continuar hasta Castara porque se movía demasiado el barco. Castara es un pueblo de pescadores rasta muy pintoresco y mas frecuentado por turistas europeos. Aún así el mismo modelo de playas (arena amarilla, agua turquesa, fondo de vegetación) y nada de masificación. tobago-velerovoyage-29 Pasamos noche y al día siguiente hacia English´s man Bay. El trayecto aunque corto fue espectacular, un grupo de delfines salieron a la superficie para acompañarnos durante parte del trayecto. La cara de Julia era un poema. tobago-velerovoyage-22 Y cuando llegamos la de todos. Esta playa si que es increíble, parece un decorado de película. Permanecimos dos días pero es un lugar donde queremos volver. Nos dimos muchos baños, cogimos corales para la mini colección de Julia, recogimos cocos y plátanos (que aún nos dura), incluso dimos un paseo por la foresta. Un auténtico placer para los 5 sentidos. tobago-velerovoyage-23 tobago-velerovoyage-24 tobago-velerovoyage-25 tobago-velerovoyage-31 tobago-velerovoyage-30 tobago-velerovoyage-26 tobago-velerovoyage-27 El miércoles vuelta hacia Crown point, donde nos encontramos ahora, un fondeo a 10’ del aeropuerto a pie desde la playa. En el viaje volvimos a poner la línea de pesca (como habíamos hecho las otras veces sin suerte) y eureka!!! después de varios intentos pescamos un atún. Menudo festín nos dimos. Pasamos unos días tranquilos y el viernes despedimos a mi hermano. tobago-velerovoyage-28 tobago-velerovoyage-32
A partir de ahora nos quedamos Adrián, Julia y yo y comienza nuestras historia.

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