La Graciosa

En Septiembre del 2013 por fin podemos organizar unas minis vacaciones en barco. Nuestro destino elegido sería La Graciosa. ¿Por qué La Graciosa? Las razones son varias, disponemos de una semana (yo aún trabajaba y había dividido mi mes de vacaciones entre varias fechas) con lo que no podemos desplazarnos muy lejos. El factor tiempo no es el único que influye a la hora de optar por un destino cercano también hemos de reconocer que sería nuestra primera experiencia como familia navegante y pensamos que era mejor ir poco a poco. Otra razón de peso fue que a pesar de que el barco pudiera navegar, quedaban trabajos pendientes .

El mes de Septiembre es buena época para subir hacia este islote desde Arrecife. Por regla general, en esta isla predomina vientos del norte y es solo en meses o mejor dicho en días contados cuando cambia su dirección hacia el sur, ideal para este viaje. Nuestro primer paseo tenía que ser agradable. En esta época apenas habían olas, lucía el sol y la travesía prometía.

Antes de levar ancla, hubo un gran trabajo de preparación. El barco estaba prácticamente vacío, tuvimos que acondicionarlo para poder pasar una semana relativamente cómodos. Lo primero fue el colchón, lo fabricamos a medida. No teníamos todavía depósitos de agua con lo que tuvimos que proveernos de suficientes garrafas tanto para beber como para el aseo. Pedimos prestado una nevera de furgoneta para poder mantener algunos alimentos. Como no teníamos water usamos un cubo para los mimos menesteres...

Llevar todo al barco estando fondeado en Arrecife era muy complicado así que Adrián el día anterior navegó hasta la playa del Cable (500m de nuestra casa) donde fondeó. Cuando teníamos todo preparado, arrastramos como pudimos los enseres hasta la playa y desde la orilla Adrián nadó hasta el barco para subirse a un bote que nos había prestado un amigo, traerlo de vuelta a la orilla, cargar todo, volver al barco para dejar las cosas, volver a la orilla y ahora llevarnos a Julia y a mí. Cuando acabamos de subir y estaba todo preparado, levantamos ancla y empezó nuestro viaje. Todo esto nos llevo varias horas, era tarde y estábamos cansados así que decidimos fondear de nuevo en el puerto de Arrecife, descansar bien y al día siguiente salir temprano rumbo La Graciosa. Cuando despertamos fuimos realmente consciente de que después de tanto tiempo por fin estábamos en el barco a punto de navegar y con unas condiciones meteorológicas idóneas. Conocemos la isla de norte a sur, pero esta nueva perspectiva nos descubrió otras formas, otros colores, otros olores de Lanzarote. Fue un deleite visual contemplar desde lejos su silueta adornada a sus pies con unos volantes blancos. Rodeada de un inmenso manto azul.

graciosa-velerovoyage-01-1024x768> Siendo de tierra experimenté una bella sensación al estar en esa situación. Rodeada de mar pero con el telón de nuestra isla al fondo. Tuvimos el placer de navegar acompañados por numerosos seres que desde tierra firme no era consciente de sus existencias, delfines, tortugas, peces voladores y multitud de aves. A pesar de lo idílico del paisaje, Julia no disfrutó tanto como nosotros. Con dos años recién cumplidos y siendo su primera vez, se mareó y permaneció toda la navegación dormida sobre mi regazo. Llegamos a La Graciosa y fuimos directos al puerto pensando que descansaríamos mejor pero no pudimos entrar. En esos días se celebraría la travesía a nado (Risco de Famara- La Graciosa) una competición deportiva que se organiza todos los años y como consecuencia estaba el puerto lleno. Así que cansados y con la noche encima decidimos fondear fuera del puerto. A la mañana siguiente, bien temprano la motora de Medio Ambiente nos despierta y recuerda que ahí no está permitido fondear y tenemos que marchar, entonces nos dirigimos a la Playa de las Francesa donde si está permitido. Al llegar no estábamos solos. Parecía una pequeña barriada de barcos. Familias, parejas y solitarios compartíamos unos días en aquel paraje. Me llamó la atención una joven norteamericana que viajaba sola con su perro. Tuvimos ocasión de hablar con ella, venía de Nueva York. Nos comenta que no es muy común en su país que jóvenes se aventuren a cruzar el océano, sí que lo hagan jubilados. De hecho en su viaje se había encontrado con pocos navegantes norteamericanos de su edad. Después de navegar por las Canarias, tenía deseos de ir a Francia donde si existe tradición y una gran cultura de navegación extendida entre sus habitantes. graciosa-velerovoyge-04-1024x768

Durante la semana tuve la oportunidad de conocer gente de la mar con historias muy interesantes lo cual me hizo pensar que llevar esta forma de vida (nómada), no es un plan descabellado. Solo hay que disfrutarla.

En este mi primer contacto sobre un barco lo que más aprecié fueron las cosas sencillas, un desayuno en cubierta, un baño mañanero, hacer la comida, en definitiva disfrutaba de no tener plan, de la tranquilidad, de estar en contacto con el mar, con el viento.... En 5 días bajamos a la playa en un par de ocasiones para jugar y dar paseos, fuimos un día al pueblo en zodiac a disfrutar del evento deportivo. Nos olvidamos del tiempo y todos disfrutamos simplemente del hecho de estar allí. Eran unas vacaciones muy diferentes, sin estar aislados ni pretenderlo, la sensación que teníamos era de estar sólos. El contexto nos proporcionaba un estado de serenidad y tranquilidad, parecido al efecto de una meditación.

Por otro lado, en el ámbito familiar resultó una experiencia intensa. Estar los tres en un espacio tan pequeño, rodeados de agua nos “obligó” a mantener una coordinación y una comunicación constantemente, en definitiva nos permitió conocernos un poquito más. Para Julia fue una gran experiencia, después del viaje no volvió a marearse con el balanceo del barco y disfrutó de grandes momentos.

Para finalizar este episodio decir que en el trayecto de regreso, la meteorología nuevamente nos agració con buen viento. En esta ocasión Julia no se mareó y pudo ser testigo de la inmensidad de la naturaleza que nos rodea. Estábamos preparados para volver al tiempo y ritmo de tierra aunque deseando volver a introducirnos en esta otra dimensión.

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